23 FESTIVAL DE CINE DE LIMA: SÓCRATES, DE ALEX MORATTO.


Por: Diego Mezarina

El inicio es crudo y contundente. Una madre muerta sobre la cama y un hijo desesperado.Sócrates (protagonista del film) es así marcado por la tragedia, la cual será su compañera de viaje durante el resto de la trama.Obligado por las circunstancias, el joven mozuelo carioca deberá buscar la manera de subsistir en una ciudad indolente, ajena a cualquier tipo de tolerancia o caridad.

Pese a esto, Sócrates (interpretado eficientemente por Christian Malheiros) nos presenta una actitud combativa y emprendedora, propia de su juventud. Cada obstáculo, es así asumido con valentía.No obstante, tal como lo señalado al inicio, la tragedia es una constante agresiva. Una que no le da tregua alguna al personaje.

Sin un techo donde dormir, un trabajo que lo sustente o sin siquiera poder acceder a las cenizas de su difunta madre, Sócrates busca evitar a como dé lugar un reencuentro con su padre. Y es que este siempre lo ha rechazado por su condición de homosexual.

Es justamente ese aspecto de su vida, el que parece darle un oportuno break. Esto, tras conocer a Maicon.Luego de un primer encuentro un tanto conflictivo, ambos muchachos desarrollan un intenso vínculo pasional, uno que escalará de manera acelerada, haciéndonos suponer que Maicon (Tales Ordakji) asumirá el rol de partner. Un amigo, un compañero… un amante. Aquel apoyo que Sócrates ahora tanto necesita.

La realidad asoma nuevamente, sin embargo. Siempre implacable ante la incrédula e impotente mirada de Sócrates.Maicon es padre, y por tanto, no cuenta ni con el tiempo o los recursos para otra boca más.Así pues, cada puerta se cierra ante el protagonista. Ni siquiera su familia más cercana lo apoya. Tal y como su padre, estos también condenan su sexualidad, cual nefasto pecado o insana patología.

Sócrates va perdiéndose en sí mismo. Se da una afectación en la imagen, un uso estratégico del enfoque y desenfoque. El atribulado joven luce por momentos como una entidad extraña y deforme, la cual se camufla con el resto del espacio en el encuadre.De la mano con la banda sonora, la cinta se torna cada vez más manipuladora, casi al borde de lo tolerable. Somos así, cómplices silentes de la persistente miseria de Sócrates y su vertiginosa caída en espiral.

Su condición de menor le imposibilita el conseguir un empleo. El vender su cuerpo asoma entonces como la única opción. Estuvo a punto, pero un último resquicio de pudor y dignidad evitó lo peor.El ineludible encuentro con su padre se da en 2 ocasiones distintas. Miedo, odio, rechazo y violencia. En esto puede resumirse la interacción entre ambos personajes.

Sócrates pierde el control, como tantas otras veces. Tal vez el desespero y la frustración. Tal vez el comer de la basura le dejó un mal sabor de boca. Cualquiera fuera que fuera el detonante, el resultado final de dicha reunión es el ver al padre tendido sobre el piso, sangrante, luego del brutal ataque recibido.La cámara permanece contemplativa, como en un inicio.Sócrates busca ahora la redención. Como llevado por un trance, este procede a sumergirse en el mar, junto a la caja que contiene las cenizas de su madre. Cenizas que logro rescatar de la casa de su tan odiado padre.Su madre fue y será todo su universo. El último bastión de normalidad y cariño incondicional. Nunca nadie lo querrá igual. Nunca nadie lo aceptará tal y como ella lo hizo.
Tras el calmo y catártico momento, Sócrates emerge de las aguas. Asoma ahora el epílogo. Aunque más parece un nuevo comienzo. El renacimiento del protagonista, forjado ya en el desconsuelo y con la certeza de que solo se tiene a sí mismo para salir adelante.

Con tan solo 70 minutos en su metraje, Sócrates destaca en si misma virtud a la intensa carga emocional propuesta por el director (Moratto) y su excelente manejo actoral.No obstante, aquel componente esencial de desesperanza, peca de reiterativo. Tal redundancia no da lugar a mayores giros en la conclusión de la trama, haciéndola un tanto predecible.

Cal y arena. Varios aciertos y el punto en contra ya señalado, son mis conclusiones finales respecto a esta cinta.
Hasta la siguiente función.

Diego Mezarina.

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