LOS CONCURSOS CINEMATOGRAFICOS 2018 DEL MINISTERIO DE CULTURA: ENTRE EL DESCONCIERTO Y LA INACCION

MIENTRAS EL MINISTERIO DE CULTURA SIGUE EN SU LABERINTO DE ENCONTRAR LA MEJOR (PEOR) MANERA DE PACTAR CON EL FUJIAPRISMO Y PONERSE ASI LA SOGA AL CUELLO, EN EL AMBITO CINEMATOGRAFICO PREDOMINA EL DESCONCIERTO Y LA INACCION.
Y es que no nos explicamos de otra forma como a casi dos meses de haberse promocionado una consulta sobre su organización y categorías, no exista hasta ahora la resolución viceministerial que convoca firmemente los concursos cinematográficos señalados en la ley 26370 y las extensiones que el Ministerio de Cultura pretende aplicar basados en una ley que, como van las cosas, o nunca vendrá o tardará más de lo deseado (ley de Cine y el Audiovisual peruano).
Los concursos generalmente se convocaban en los dos primeros meses del año, de tal forma que había el tiempo necesario para desarrollar convocatorias estructuradas por parte del ministerio y los cineastas podían proyectar, suerte y capacidad mediante, su desempeño empresarial durante el resto del año. Recordemos que el cine es (o debiera de ser) también una actividad empresarial aunque según parece muchos lo siguen considerando una actividad exclusiva de aficionados o iluminados creadores.
Lo cierto es que el encargo parece haberle quedado grande al ministerio quien no resuelve hasta ahora el fondo y la forma de los concursos de este año, proyectando una pésima imagen de no saber que hacer cuando hay tanto dinero.
Ya lo hemos señalado en anterior oportunidad: no existe un plan conjunto e integral para desarrollar nuestra cinematografía. Al menos así parecen evidenciarlo los concursos proyectados, muchos de los cuales conducen a ninguna parte, salvo la de justificar una actividad (la del ministerio y tal vez buenas intenciones).
Así por ejemplo, y con la aparente intención de ser inclusivos con todos los sectores del audiovisual, se pretende convocar la realización de pilotos de series para televisión (Concurso nacional de pilotos de serie) desconociendo como funciona este mercado tanto en costos como en formas y alcances de producción. Igualmente se convocaría a concursos de videoclips, actividad que explícitamente contraviene la ley de cine actual (inciso p del artículo 1 que prescribe que las obras publicitarias no pueden acogerse de los beneficios de la Ley 26370) (Concurso nacional de proyectos y videos musicales) En el imaginario de los funcionarios resultaría también conveniente convocar un concurso de videojuegos (Concurso nacional de proyectos de nuevos medios audiovisuales), despilfarro y contrasentido en la promoción del cine cuando aun existen carencias muy serias en nuestro desarrollo cinematográfico: educación, capacitación, filmcomission y preservación de nuestra memoria fílmica, entre otros.
Por otro lado, se minimiza y subvaloriza el enorme potencial que tienen los cortometrajes tanto como producto autónomo en sí como verdadera escuela para actuales y futuros profesionales cinematográficos, como nos lo demostró con creces la ley anterior y experiencias de otros países (Apenas el 0.76% del presupuesto proyectado premia esta actividad mediante el Concurso Nacional de Cortometrajes) Y, como ya dijimos con anterioridad, se pretende convocar un concurso de Preservación Audiovisual cuando no existe una Cinemateca Nacional que albergue los filmes restaurados ni tampoco hay muestras de una política coherente al respecto, salvo que se busque favorecer iniciativas con nombre propio.
También hemos mencionado que no se considera, dentro de los concursos previstos el realizar, cuando menos uno, con ocasión del próximo Bicentenario de nuestra Independencia, como si se llevan a cabo en otros países de nuestra región.
Hay que señalar que los concursos es la forma principal como el Ministerio de Cultura desarrolla su política cultural cinematográfica, y si nos guiamos por lo presentado el 6 de abril y lo poco que se va conociendo, esta deja mucho que desear aún. En fin, improvisación, carencia de perspectiva, autocomplacencia y conformismo burocrático aparecen tras los concursos que esta vez, además, parecen nunca llegar. Y mientras tanto, los cineastas callan con el brazo extendido.
Francisco Adrianzén Merino
30 de mayo 2018

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