CRÍTICA DE TEATRO: EL AMOR DEL DESAMOR, DE LAURA SERVIC.

 

El Amor del desamor , de Laura Servic, presenta a una pareja rota. El desamor es un concepto muy antiguo, de tal forma en la puesta que se nos presenta está ubicada en este mundo de edificios y teléfonos. Los actores van a potenciar la separación con unas cajas vacías a llenar (¿como ellos?) donde Luis interpretado por Diego Bronstein y Ana por Isabel Chappel, que comienzan a llenar él de libros y ella de platos, hasta que en el inicio de la acción rompe uno y aparecen las discusiones.

La obra está dirigida por Renato Fernández y presenta a la gran pequeña burguesía de América latina que eventualmente pueden ser burgueses, pero las llamadas de teléfono de edificios, nos ubican estos afectos en parejas jóvenes con éticas actuales. Chappel leerá un poema y luego brindará un monólogo en el departamento donde ha dejado sus sombras y los diálogos y discusiones son, diálogos donde “lo tóxico” y el “mi amor” no están presentes.

La obra es un “tour de force” cuando no sabemos qué sucederá y tampoco ellos si bien lo saben, no saben que será de sus vidas no más allá de los 40 años hasta que avanzada la obra comienzan a hablar de tener hijos. La actuación de Chappel y Bronstein es muy homogénea, sin embargo lo que fuera de ellos sucede está presente como en la escena inicial de las cajas vacías, pero es en el monologo de Chappel donde pude entenderse el desamor ¿que sobrevendrá? En ese aspecto Chappel tiene una posibilidad actoral significativa ya que las contra escenas que Bronstein le ofrece como las preguntas fuera del “departamento” resultan significativas.

La dirección es pareja y un vestuario de zapatillas, polo y jeans sigue ubicando a la pareja en lo que las encuestas nos muestran en esa pequeña o mediana burguesía que soporta toda la moral de una sociedad que se mira y se toca en suaves y tiernos acercamientos que luego muestran gritos. La ruptura del plato tan femenina y pequeña burguesa, no tiene nada que envidiar a la brutal escena de la ruptura de platos de Talía Shire en “El padrino”. Una puesta seria y comprometida que muestra al teatro sin llegar al radicalismo con que fue escrita (no hay escena de sexo, dios, economías) y nos estampa en la cara lo que ocurre cuando colocamos libros en cajas vacías o rompemos platos, es entonces cuando el desamor comienza a campear, porque aun entre Ana y Luis no todo está dicho. (Bruno Buendía Sialer)

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