Lanzada a pocas décadas del suicidio del ex presiente Alan García Vivo o muerto es un film bien escrito y con inteligencia para manejar la hipótesis que la muerte de García Pérez no ha ocurrido sino que fue un engaño, tal como en 1992 Alan García, engañó a quienes lo quisieron capturar, comenzando su asilo político en Colombia, como décadas antes lo hizo Haya de la Torre, siendo justamente este punto, donde la película centra el toque espiritista del APRA, como un antecedente para el film que se mueve en ese nivel, porque Vivo o muerto, usa una serie muy de puntos escénicos para entender el escape: se utiliza a uno de los influencers más interesantes, Luis Ángel Pinasco, quien protagoniza a un vecino quien dice no haber escuchado balazo alguno a pesar de vivir a una cuadra.
CRITICA DE CINE. VIVO O MUERTO, EL EXPEDIENTE GARCIA, DE JORGE PRADO.
En el casting aparece Hugo Salazar, quien se ha pasado más de 20 años imitando la voz de Alan García, y en mitad de la película, aparece un actor de inmenso parecido al propio Alan García, indicando quien puede pasar o nó a las exequias, mientras un experto en computación analiza los instantes del recorrió del cadáver y explica como se hizo el cambio del cuerpo, aunado a breves detalles: la tumba no era del tamaño para la estatura del ex presidente o que el padre de la reportera denomine al mismo como Doctor, hacen que la película atempere la atmósfera bajo una excelente música que acompaña las escenas, una de ellas, tal vez la mejor, es la que interpreta Antonio Arrué, cuando la periodista baja a comprobar a escondidas el cadáver: la escena está bien compuesta porque la reportera comienza a bajar unas escaleras que dan una significancia de muerte/abajo, y es detenida por Arrué, para luego tomar la línea con la que empezó: no hay suicidio y García está interpretando su mejor papel.
Vivo o muerto es una película de significado político que permite hasta ese toque que García presenté al final del film cuando aparece su imagen y la voz del mismo indicando que …”si alguien dice que está muerto, no le crean”. Una actuación muy destacada de Antonio Arrué, un manejo de la duda al respecto en quienes dudan y una esperanza de que va a volver alguien quien políticamente ya estaría muerto, pero está vivo en alguna parte y regresará. El film se centra en una historia bien contada y con las contradicciones que la historia que presenta aparecen fuera y dentro del cine (Bruno Buendía Sialer)
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