Critica de Cine : ¿Quién dijo Detox? ; Lina de Lima, y No me digas solterona 2 . Tres peliculas peruanas con orquestación simplemente femenina ¿O feminista?

Por : Alberto J. Angulo Chumasero. 

 “Quién dijo Détox”, de Rosa María Santisteban. Una comedia claramente feminista e inclusiva como conato de una proliferación defectuosa asimismo y un ligero libelo contra las sibilinas guerras corporativas, resulta en el engranaje humorístico un fraude descomunal porque la premisa es una sátira correcta que parece que ebulliciona átomos de viabilidad al descontento, en superficie, árido pero introspectivamente incisivo, sin embargo, el clímax nada ingenioso es una muchacha con síndrome de Down bailando y después la protagonista con cólicos terribles defecando sutilmente en lo visual no obstante lo antitético en lo sonoro, y no soy conservador ya que puedo valorar mucho el cine de John Waters, el cine de Todd Solondz y el cine de los hnos. Farrelly. La irreverencia escatológica si se nutre de una permutación kitsch entonces converge en una epifanía de lo “frugalmente hilarante” y no en un vómito sin un ápice de estética.

Ésta película “cuadrada” es sostenida al ras por cuatro actrices, en primer lugar me refiero a Luciana Blomberg y Jimena Lindo que, claro está, no son Anne Hattaway y Meryl Streep (La analogía por un parecido difuso respecto a la película “El diablo viste a la moda”), y en segundo lugar me refiero a Korina Rivadeneira y Maju Mantilla, la primera una antagonista sin disfuerzo y la segunda una manifestación muy natural de dulzura y ternura sin chirriar.

“Lina de Lima” , de María Paz González. Un musical relativamente original que es un tributo a los géneros más consabidos de la música peruana, y con una Magaly Solier cuajada, aunque siempre con un tono neorrealista con brújula histriónica hacia su debut sin escuela formal es decir por instinto en “Madeinusa”.

“No me digas solterona 2”,de Ani Alva Helfer. Una comedia romántica muy simpática que es sostenida hegemónicamente por la protagonista, Patricia Barreto,aunque el discurso de la película repite o se ratifica como una oda fílmica al “autoafecto”, friccionando con la psicología de autoayuda, en exceso poco agradable, aunque paradójicamente se siente un epílogo abierto muy auténtico, amén de no desentonar el referente iterativo relativo a la película “La boda de mi mejor amigo”, esta vez confeso, tanto así que parece una no insalubre obsesión de la cineasta; de todos modos es un entretenimiento efectivo aunque no trascendental.



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