CRITICA DE TEATRO: LOS CHISMES DE LAS MUJERES.

 

Por Bruno Buendía Sialer

“Los chismes de las mujeres” todo un clásico italiano y universal de Carlo Goldoni, nos llega a nuestra escena bajo la dirección y adaptado del director Martín Velásquez. El clásico de Goldoni (nacido en Venecia en 1707 y muerto en 1793) trae la vigencia de la gran comedia de situaciones como de equivocaciones dentro de la actualidad del chisme y la maledicencia. Y es que el chisme y la maledicencia en nuestro país ya es toda una filosofía y se presenta, como lo demuestra “Los chismes de las mujeres” en todos los niveles o estratos de nuestra sociedad, algo que podemos apreciar en esta puesta, que entre risas y nada menos que 12 actores ¡12 actores y actrices! pueblan la escena del “Teatro Racional” de Barranco que es donde se presenta la obra que trascurre dentro de una trama amorosa de pareja y legitimidad.

Con un vestuario envidiable y actores jóvenes y a la vez maduros (de edad) apreciaremos que, en el más puro amor de la pareja protagonista, esta se va cerrando/chismeando dentro de los círculos de las palabrerías y por supuesto de los chismes, conveniencias y maledicencias que empiezan con una lavandera y llega a las grandes señoras de sociedad que pueblan hoy todo el mundo tan dado a ello, y que parece se nos hace necesario.

“Alumbra producciones” presentan un trabajo dentro de actuaciones veloces, como dentro de la traviesa maledicencia del chisme que empantana toda la trama de una obra maestra, pero será hasta el final de la misma, cuando el director Velásquez ha conseguido con un sorpresivo plot, el que nos tiene en pie y nos mantiene en vilo, mediante el suspense de Quintina y su puro y casto amor de lo que le va pasando y sucederá tanto en la obra como en ella. Para esto, actores y actrices van y vienen, entrando y saliendo del escenario con una rapidez y encabalgamiento que no nos deja de hacer mirar que está sucediendo en escena y sobre todo con nosotros mismos, como espectadores.

¿A quién juzgamos, con quien nos identificamos, que decimos, son sólo las mujeres quienes chismean?

La obra nos muestra “el lado” de los hombres, adecuadamente vestidos de negro y blanco con sombreros puestos y la pícara reciedumbre, como nos deja ver el vestuario de las mujeres con faldas (¡faldas al fin faldas!) de colores y colorinches, porque será justamente dentro de la propia historia de amor que recae en la protagonista, Quintina, cuando todo ocurre en ella y en la obra, y en ese amor que inclusive a gritos Quitina defiende, para con su novio, en un inicio presentado a ella por conveniencia y después, enamorados de verdad, como luego, para tratar Quintina con su procedencia, y no solo social y embrollarnos todo en las situaciones que se nos presentan. De tal manera que en la la escena donde el novio queda ensimismado, atontado, solo y dudando casi medio minuto en escena, y sin decir nada, será cuando comprendamos, ¿lo haremos? que le sucede a él, o a nosotros, lo que en la puesta resulta todo un logro y en la dramaturgia de Goldoni se nos presenta con maestría.

“Alumbra producciones” nos brindó hace algún tiempo “La muerte del dramaturgo” con la efectividad de un elenco que también presentaba más de 10 actores en escena, y resulta una de nuestras obras preferidas de esta productora tan bacán, y que va de la mano con la realidad escénica del Perú, ahora “Los chismes de las mujeres” ha conseguido otro logro en nuestro actual teatro, con un magnífico y joven director, porque “Los chismes de las mujeres” es tan fresca y cotidiana, que el montaje es un acierto, además de ser un homenaje a un clásico universal de la comedia, con la apuesta de un elenco fresco y de un director que ha arriesgado y ganado con la adaptación de la obra, que resulta imperdible. 

De tal forma que el personaje de el padrino (The Godfather llega a decir en una especie de cameo furcio en alusión a Don Vito Corleone) tanto como el de la lavandera, de las damas bobas y del regreso del padre (tan a lo Moliere) de esa cosedora que compraría hoy las revistas de cotilleo, de la irritable metiche: además, la obra vertida a nuestro idioma, del original en el veneciano de la época, esta “voseada” lo que adquiere un tono kitsch en estos momentos en el Perú de este instante, lo que resulta también un buen mate de risa como los gestos edulcorados de la actuación que propone en determinados instantes Velásquez, dentro de su dirección. Recomendamos con fervor ver la obra, es decir vernos a nosotros mismos, porque el teatro sigue siendo, y lo es, la vida.

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