CRÍTICA DE CINE : “¡Asu mare! Los amigos”, de Carlos Alcántara.

Por Sandro Mairata @smairata / CINENSAYO

“La cuarta entrega de la franquicia es un ‘spin off’ no tan malo como sus predecesores aunque cae en viejos vicios y en el maltrato al espectador con sus evidentes comerciales”
Vayamos a contracorriente de lo obvio y rescatemos lo bueno de “¡Asu Mare!: Los amigos”. Primero, a diez años de la cinta original de 2013, esta cuarta entrega de la franquicia estrella de Tondero, si bien es un ‘spin-off’ y no una secuela, no es tan mala como las 2 y 3, que fueron ejercicios evidentes para ordeñar algo más de dinero. Segundo, pese a que Carlos Alcántara puede ser un blanco fácil de quienes desarrollaron anticuerpos anti-Tondero y anti-Cachín, el novel director hace un trabajo bastante más que aceptable si lo comparamos con la torpe resolución de comedias recientes como “Sugar en aprietos” o “Mundo gordo”, plagadas de errores técnicos y deficiencias actorales allí donde habían directores con cierto oficio. Ni mencionemos “Busco novia”, fiasco cualitativo de la misma casa productora.

“¡Asu Mare!: Los amigos” se enfoca en el grupo de El Culi (Andrés Salas), Lechuga (Franco Cabrera), Poroto (Emilram Cossio) y El Chato (Miguel Vergara), los amigos de Cachín (Carlos Alcántara), de quienes este anda distanciado. Cuando Poroto sea desalojado de su departamento, el grupo recaerá en una casa en ruinas dejada por un tío suyo. Luego de reacondicionarla, un político local estará interesado en alquilar el local pero el grupo ha decidido abrir un restaurante. Poroto, entretanto, caerá enamorado de la guapa del barrio, la misteriosa Luciana (Fiorella Luna).

Alcántara aporta atisbos de una propuesta diferencial en el rubro de las comedias promedio. Varias secuencias de ‘flashbacks’ están realizadas con buen tino, fluidez y cuidado en la fotografía; Alcántara además propone varios juegos de contraluces y sombras que se resuelven incluso mejor que en otros intentos nacionales de cine de terror. Los cuatro amigos tienen registros parejos, pero es evidente la supremacía actoral de Cossio, actor capaz de inyectarle potencia dramática a cualquier rol. Ximena Palomino es una buena pícara de barrio de lengua veloz. Cosa curiosa: Susel Paredes haciendo una versión anterior de sí misma –la gerenta municipal que lucha contra el comercio ambulatorio– resulta muy simpática.
Pero hay algo de lo que no se desprenden las producciones de este tipo y es el poco respeto que le tienen a su espectador.


Todos los puntos ganados se van al tacho con secuencias completas de anuncios comerciales a los auspiciadores, incluyendo a los protagonistas de comerciales de alguna marca. ¿Para qué ser tan básicos? Entre la cadena de gags de desigual efecto, tenemos una escena de persecución pésimamente editada –las tomas de dron se montan con descuido– y que se extiende más de su efecto cómico. Para ser una comedia “familiar”, las mentadas de madre y lisuras con toda sus letras (“huevón”, “conchasumadre”) nos hacen repensar a quién se dirige Alcántara.

Todo finalmente confluye en el peor momento de todos: el innecesario, reiterativo y abusivamente lerdo final musical, sello previsible de las comedias Tondero, con todo y apariciones que terminan de sepultar lo conseguido. El miedo de alejarse demasiado de la fórmula del éxito juega en contra de Alcántara y su productora; tanto que el temilla “yo quiero muchos, muchos amigos” se vuelve cosa de pesadilla. “¡Asu mare! Los amigos” está lista para invadir cines y llevarse las jugosas cifras de taquilla que seguro recaudará. Es también una nueva oportunidad perdida que dará carne a los detractores. Veremos si Alcántara impone más de sí en lo próximo donde estampe su firma. CALIFICACIÓN: 2/5

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