Prácticamente proclamar que el cine prioritariamente debe ser un vehículo de gran entretenimiento es un híbrido entre historia y falacia, es decir desde el enfoque histórico es evidente que hay un acentuado porcentaje de la población mundial que se suma a ese propósito que se remonta al prolegómeno del cine por antonomasia sin embargo desde una perspectiva concienzuda también es evidente que los espectadores críticos que siempre buscamos algo más receptamos con goce un engranaje que implique una hegemonía de entretenimiento en isósceles con intelecto y emoción como matriz de hipertrofia cualitativa.
Esta película tiene un aspecto de narrativa con influencia de estilo foráneo en un pastiche de tono contemplativo sudamericano y efecto inmersivo norteamericano éste último con aparente referente respecto a películas como Tiempo de guerra codirigida por Alex Garland, y también honestamente el reparto liderado por el solvente Rodrigo Sánchez Patiño y complementado exitosamente por el más o menos convincente Miguel Iza está matizado por la estetica de documento de praxis peruana colectiva.
No obstante, el desenlace no me pareció objetivamente tan conmovedor y eso se circunscribe a que obviamente no basta que a un determinado grupo de espectadores por conexión inmediata o tal vez indirecta sí los haya inducido al llanto pues esa tesitura emotiva de subconsciente masivo es un factor radicalmente coyuntural que podría haber sido más abarcativo en el efecto si hubiera sido más inmersiva la narración a la par de constituir una radiografía con espiral y a través de una autonomía estilística ergo en un balance libertario entre un estereotipo nacional y una influencia extranjera, empero ese sólido predominio de registro de emulación de cine norteamericano independiente sostenido por la batuta de un realizador español le otorga un apartado técnico medianamente satisfactorio con esos colores cálidos compatibles con los momentos beligerantes y esa cámara nerviosa también acorde al procedimiento bélico del rescate propiamente dicho, aunque ese mecanismo diegético parezca una especie de truco para congraciarse con los consumidores de un cine estadounidense y así tratar de triunfar en la taquilla por lo menos peruana sumado a ese sentimiento nacionalista respecto a la frase de haber sufrido la época del terrorismo y aunarse al canto del himno nacional, asimismo escena de influjo hollywoodense que recuerda muy sutilmente a películas como la extraordinaria Sueño de fuga.
Es saludable diversificar el panorama de películas peruanas, sin embargo, se anhela todavía coincidir un cine muy personal con un cine de autor y un cine de entretenimiento, algo como cine de género en desarrollo de un cine experimental, quizá como algunos ejemplos de la filmografía del célebre Alfred Hitchcock, en fin, la quimera sigue servida en la mesa de la anacronía.
Alberto Javier Angulo Chumacero
Es saludable diversificar el panorama de películas peruanas, sin embargo, se anhela todavía coincidir un cine muy personal con un cine de autor y un cine de entretenimiento, algo como cine de género en desarrollo de un cine experimental, quizá como algunos ejemplos de la filmografía del célebre Alfred Hitchcock, en fin, la quimera sigue servida en la mesa de la anacronía.
Alberto Javier Angulo Chumacero

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