Por: Alberto Angulo Chumasero.
Extendiendo la saga peruana esta vez con participación uruguaya aunque sin trascendencia y con soga alrededor del cuello.La trilogía original de Locos de amor se caracterizó por criollizar un poco la idea medular de La vida es una canción de Alain Resnais, logrando un producto comercial de márgenes conplacientes a través de canciones más o menos famosas, la mayoría son baladas varias entre muy antiguas y no tan antiguas, y es lapidario contiguo el emblema de juzgar este cuarto volumen que viene a ser un cruce o un mestizaje entre estéticas demasiado anecdóticas como de Travesuras del corazón y Torbellino con un matiz endeble de musicales pop de estilo sobre todo noventero.
Pero lo más detractable es el discurso autocompasivo de la apología gay a través de un personaje negro homosexual que transfigura un argumento artimañoso respecto a faltarle el respeto al intelecto del espectador promedio es decir un subtexto desde la yuxtaposición de una defensa racial para soslayar o paliar o mermar la postura homofóbica intentando luego desplazarla o extirparla a través del melodrama más anodino aunque paradójicamente un poco lacrimógeno en una escena telefónica por eso mismo muy facilista.
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