- El inicio como el final del filme: un auto que va por un camino “buscando” un destino y los dos autos anónimos que salen de la casa nos recuerda de lejos, la caminata anónima de El discreto encanto de la burguesía, como el portentoso largue de los automóviles, al final de Nos habíamos amado tanto, pero no es necesariamente por ahí, donde Helechos va, porque las dos primeras parejas una catalana interpretada por Nuria Frigola Torrent (Inés) pareja de Miguel Vargas (Felipe) el placentero criollo, se encuentran con la otra paraje, compuesta por dos migrantes, un japonés integrado, interpretado por Pedro Kanashiro (Toshiro) casado con una ecuatoriana, interpretada por Fernanda Gutiérrez (Helena) que agrega la cuota de pequeño burguesismo sólido que en Lima, vive.
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De allí en adelante la amistad de los cuatro, encontraran a dos ex bricheros, una argentina, hippie, interpretada por Mariana Palau, (Sol) también integrada dentro de las formas de la cultura popular unida a cualquier forma de orientalismo, que es pareja de Fernando Neyra (Miguel) quienes viven en las afueras de Lima, porque tanto en el cine peruano y en el teatro peruano siempre el mar esta ausente, donde se dedican a vivir con o de la naturaleza.
De allí en adelante, los seis personajes, quiebran una historia muy bien hilvanada, demasiado bien pensada, y con actuaciones que muestran el desgaste de sus jóvenes o medianas vidas, y el inicio de sus miedos o propuestas, al sentirse no solo tan jóvenes, sino con su vida continua en desarrollo, desde el alpinchismo que practican hasta las lecturas que hacen, como a las criticas y contra críticas a su reproducción biológica.Ocultar o reportar
El encuentro con lo no urbano, saliendo de Lima, logrado a través de la atmósfera de las nouvelles de Julio Ramón Ribeyro, en el caso de Iris, que cita a Coelho riéndose de él (ya era hora) y su pareja, quien lleva en el polo que usa, la simpática figura del zambo Cavero, a lo contra cultura, y quien conspiró en el opio futbolístico que hoy se practica, han de aquietar el intento rupturista de Felipe, que impele a que su esposa, Helena, la que si se ha reproducido, y piensa en vestidos y costureras, vuelva al redil pequeño burgués de San Borja, luego de un llanto y de perspectivas de quebrar su vida, como la de su sagrada familia.
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La película termina de la mejor manera, con la amistad total, y como siempre, sin el mar, con una escena previa de amor de cunilinguis entre Iris, que anunciará algo a Felipe, con los migrantes japonés y ecuatorianos, entregados a los brazos de las llantas de sus buenos automóviles y celulares, partiendo en busca de sus edificios y costureras, y con los sanos ex bricheros, quienes los despiden, abriéndoles y cerrándoles las puertas, hasta que vuelvan a volar cometa, pescar, fumar marihuana, y usar bicicletas más libremente que en el asfalto, como realizar parrilladas y planean jugar fulbito. Ocultar o reportar.
El paisajismo desarrollado, los sonidos tomados por azar a la hora de la cámara encendida, dan una hermosa naturalidad a un film que se sostiene en muchos silencios. Los diálogos que siempre se dan en la mesa, resultan tan excelentes como tontos, aburridos e inconstantes, tanto por los desesperantes y vacuos, hasta que un puñetazo, mientras los hombres juegan a las cartas, propiciara el quiebre de la historia, y de nuevo la amistad entre Felipe y Miguel.
Helechos, ha caído en “el país Lima” y en el cine peruano, de la mejor manera, dado el dominio del cinemita comercial peruano que arrasa con taquillas, pero significa, un estupendo reto para Prieto en su carrera de cineasta, a la espera que irá a hacer de ahora en adelante...como que iran a hacer sus icónicos seis personajes..
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